Entrevista a Mª Paz García-Vera, colegiada de honor 2020: “mi formación como psicóloga ha sido mi principal aliada y mi mejor carta de presentación”

García-Vera ha estado coordinando equipos de personas en múltiples escenarios: los atentados del 11-M, el dispositivo de seguridad del traslado de los restos de Francisco Franco, el reciente aterrizaje de emergencia de un avión en Barajas, en situaciones de violencia machista, graves incendios, nevadas, o inundaciones, entre otros. En todos estos casos afirma, ha hecho uso de sus conocimientos como psicóloga.

En el marco del Sopar de Confraternitat realizado el pasado 29 de febrero, Mª Paz García-Vera, catedrática de psicología clínica de la Universidad Complutense de Madrid, recibió de manos del Decano del COPCV, Francisco Santolaya, el diploma y la insignia representativa como colegiada de honor. La Junta de gobierno del Col·legi decide otorgarle esta distinción dada su amplia y variada trayectoria profesional, reconociendo así, su labor profesional en el ámbito de la Psicología Aplicada en Emergencias, Desastres y Catástrofes a nivel nacional e internacional.

    

Desde abril de 2019 a febrero de 2020, García ha sido Delegada del Gobierno en Madrid. Un periodo en el que ha tenido que representar al gobierno de España y dirigir operativos de seguridad en diferentes situaciones: elecciones, manifestaciones, partidos de Champions, huelgas, e incluso en el reciente y noticiable aterrizaje de emergencia en el que un avión estuvo sobrevolando Madrid durante horas. Escenarios muy diferentes, en los que la propia catedrática reconoce haber hecho siempre uso de los recursos que le ha aportado ser psicóloga.

 

¿Desde qué año ejerce como psicóloga?

Mi primer contrato como psicóloga lo firmé en julio de 1990. Se trataba del primer contrato como psicólogo que ofertaba la Unidad de Voluntarios de Socorro y Emergencias de la Cruz Roja en Madrid. En aquella época, en Cruz Roja no existían los ERIE (Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias), y la atención psicológica en Cruz Roja consistía en acudir con los médicos y el resto del personal sanitario a atender a las víctimas allí donde se había producido el accidente o la emergencia. La mayoría de las emergencias eran accidentes de tráfico, pero también había intentos de suicidio y todo tipo de heridos en otros sucesos.

Recuerdo que íbamos en un automóvil todo terreno tipo Patrol y que fue la primera UVI móvil que hubo en Madrid, y también en un helicóptero. Además de esta asistencia psicológica de emergencia, que consistía en atender a las víctimas in situ, recuerdo que también tuve que encargarme de algún proceso de selección de personal, en concreto, de la selección de los conductores de ambulancias. Para ello, organicé un examen basado en la realización de un simulacro. En primer lugar, pedí a los candidatos que se estudiarán los procedimientos de actuación para seleccionar hospitales y rutas, los itinerarios que debían seguir a los hospitales en función de que las víctimas tuvieran quemaduras, fueran de traumatología, etc., pues esto era relevante para elegir los hospitales a donde había que llevarles. Luego, tras dejar a los candidatos que estudiasen el material, hicimos el simulacro y varios expertos valoraron a los candidatos durante el simulacro. Desde entonces, las labores de los psicólogos en Cruz Roja y en otras instituciones similares se han extendido a muchas otras áreas y cometidos, y la atención psicológica en las emergencias en nuestro país ha evolucionado y mejorado muchísimo. Para mí, fue una experiencia inolvidable y, desde entonces, he sido consciente de que era un tema apasionante, pero muy difícil, y en el que la psicología tenía mucho que aportar, pero también mucho que estudiar.

 

¿Qué le llevó a especializarse en el área de Emergencias, Desastres y Catástrofes? Si es que lo considera así ya que la trayectoria en Clínica y Salud (tabaquismo, hipertensión, etc.) también es notoria.

Aquel contrato en Cruz Roja fue un punto de partida porque ya entonces pude ver el sufrimiento de las personas en estas situaciones de emergencia y catástrofe y pude apreciar el papel tan importante que podíamos desempeñar los psicólogos para paliar dicho sufrimiento. Pero, fue en los años siguientes, durante mi actividad profesional en el campo de la psicología clínica, especialmente tratando los problemas y trastornos psicológicos que posteriormente desarrollaban las víctimas de atentados terroristas y catástrofes por el hecho de haber experimentado estos acontecimientos traumáticos, cuando comprendí lo importante que es hacer bien las cosas en los primeros momentos tras esas situaciones, para así evitar sufrimientos innecesarios en acontecimientos que ya de por sí hacen sufrir mucho a las personas. Encontré muchas víctimas cuyos problemas habrían sido menores si se hubiera actuado con ellas de otro modo más acorde con lo que la psicología sabe y puede aportar.

Durante los más de 16 años que dirigí la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), aquella inquietud por la psicología de emergencias se mantuvo y quiero pensar que fue madurando. Como directora de la Clínica, tuve que atender a numerosas situaciones de crisis y emergencias en la universidad, como intentos de suicidio y suicidios consumados por parte de estudiantes, pero sin duda lo que más me marcó y posiblemente me fidelizó para siempre con esta área, fueron los atentados terroristas del 11-M de 2004 en Madrid. La intensa actividad de la Clínica durante el día del atentado y los siguientes, marcaría mi trabajo clínico e investigador, y el de mi equipo de la universidad, durante los siguientes años. A las pocas horas de los atentados, empezar a elaborar una guía de atención psicológica que colgamos esa misma noche en la página web de la UCM y en la del Colegio de Psicólogos de Madrid. Gracias a la colaboración de la televisión, los periódicos y la radio, más de 130.000 personas consultaron aquella guía en los siguientes días, cifra más que considerable teniendo en cuenta que entonces no existían las redes sociales de Internet como Twitter, Facebook, YouTube, Instagram, WhatsApp, etc. También atendimos a decenas de voluntarios que estuvieron ayudando durante los atentados, y decenas de personas acudieron a la Clínica en busca de ayuda, llegando a recibir tratamiento 40 personas que habían sido heridas, eran familiares de heridos y fallecidos o habían ayudado tras los atentados como voluntarios.

También colaboramos en la publicación de protocolos de tratamiento psicológico para difundir entre los profesionales de los centros de salud mental de las zonas afectadas las mejores alternativas terapéuticas existente entonces. Desde el 11-M, he estado trabajando con mi equipo de la UCM para tratar de ayudar a las víctimas del terrorismo y de catástrofes a que tengan la posibilidad de tener el mejor de los tratamientos posibles. Esta vocación de tratamiento de las víctimas me ha llevado a colaborar con el Alto Comisionado de Víctimas del Terrorismo, con el Ministerio del Interior, con Protección Civil, con Guardia Civil, con asociaciones de víctimas del terrorismo y, por supuesto, con el Consejo General de la Psicología, el Colegio de la Psicología de Madrid y los colegios de psicólogos de otras comunidades autónomas. Así mismo, he participado en diversos proyectos de colaboración y cooperación en otros países que, como Perú, Chile o Brasil, han sufrido catástrofes en los últimos años. Estas colaboraciones se plasmaron, por ejemplo, en la creación en 2015, gracias al generoso patrocinio y colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME), de la Cátedra Extraordinaria Complutense “Comandante Sánchez Gey” para el desarrollo de actividades de capacitación, formación y titulación, así como de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en el ámbito de la psicología de emergencias, desastres y catástrofes.

Actualmente, sigo implicada en esta área y colaborando con todas las iniciativas que consigan su consolidación, iniciativas como la creación, por parte del Consejo General de la Psicología de España, de la Acreditación Nacional de Psicólogo Experto en Psicología de Emergencias y Catástrofes, la cual valoro muy positivamente, ya que permitirá garantizar que los profesionales psicólogos que intervengan en una emergencia, desastre o catástrofe estén bien preparados.

 

En su trabajo como Delegada del Gobierno de Madrid, ¿le ha ayudado ser psicóloga? No sólo por la experiencia profesional sino a la hora de dirigir y coordinar equipos tales como los cuerpos de seguridad del Estado y los de la comunidad autónoma, así como hacer frente y/o empatizar con determinados colectivos sociales que se han manifestado.

Sin duda. En primer lugar, para gestionar el estrés en todas las situaciones que surgen, que pueden ir desde asesinatos por violencia, a alteraciones del orden público en manifestaciones. Desde luego, también para gestionar el estrés en tu propio equipo, en las personas que trabajan contigo cuando los acontecimientos se complican. Durante el año y medio que he trabajado en la Delegación del Gobierno en Madrid he asistido a los gabinetes de crisis en el aeropuerto, gabinetes que se activan en situaciones que pueden dar lugar a emergencias, como la producida recientemente en Madrid cuando explosionó el tren de aterrizaje de un avión que despegaba en el Aeropuerto de Barajas. En aquella ocasión estuve visitando a las familias de los pasajeros antes de que llegaran los equipos de psicólogos.

Sinceramente, también me ayudó mucho ser psicóloga durante los incendios ocurridos el pasado verano en la Comunidad de Madrid, los mayores en muchos años. En primer lugar para gestionar el estrés de los alcaldes, que en muchos casos se veían superados por la ansiedad ante la amenaza de que se quemaran las casas y peligrasen las vidas de personas y animales. También para manejar las situaciones de coordinación y cooperación entre las diferentes instituciones que participaron en la extinción de los incendios y en prestar ayuda a la población. Lo mismo durante las inundaciones que también sufrió Madrid en agosto y septiembre de 2019. Algunos alcaldes me llamaban por la noche destrozados para contarme lo difícil que les resultaban estas situaciones, y me veía como psicóloga tratando de ayudarles y de que, por ejemplo, vieran la posibilidad de que, sin restar importancia a los problemas ocasionados por las inundaciones, hubiera cosas buenas entre tanto desastre, como tener a todo el pueblo junto recogiendo agua, incluidos los niños, en una experiencia social que nunca olvidarían.

Me entristece mucho recordar otra situación en la que también me ayudó mucho ser psicóloga y que fue durante la búsqueda de Blanca Fernández Ochoa, en la que participaron los miembros de su propia familia, y muy especialmente sus dos fantásticos hijos. También me ayudó mucho ser psicóloga cuando coordinamos el dispositivo de seguridad que realizó el traslado de los restos de Francisco Franco desde la basílica del Valle de los Caídos al cementerio de Mingorrubio. En este caso, por la presión mediática del acontecimiento que afectó a todos los que intervinieron en dicho dispositivo. En realidad, no puedo recordar ni una sola situación en la que no me haya aprovechado de ser psicóloga. En todas las situaciones de crisis, en las nevadas que dejaron incomunicados a decenas de coches en las carreteras de Madrid, en los grandes eventos deportivos como la final de la Copa Libertadores, que se organizó en una semana, o la final de la Liga de Campeones de la UEFA (popularmente conocida como la Champions). Pero si tuviera que decir una situación especial en la que me ayudó mucho la psicología, elegiría las juntas de vecinos de los barrios y pueblos más conflictivos de Madrid, en las que continuamente recurrí a la psicología para reducir el nivel de tensión entre los participantes y traté de motivarles a todos, vecinos, representantes del ayuntamiento y representantes de los diferentes partidos políticos, a seguir luchando con nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del estado contra la criminalidad. En todas y cada una de estas situaciones de estrés y coordinación entre profesionales, instituciones o colectivos de personas, puedo decir con sinceridad que mi experiencia profesional y mi formación como psicóloga ha sido mi principal aliada y mi mejor carta de presentación. De hecho, no ha habido ni un solo discurso en el que no haya hablado de Psicología de alguna manera u otra.

 

Usted afirma que lo que no es ciencia, no es Psicología. ¿Cree que es una aseveración lo suficientemente interiorizada por el colectivo profesional?

Creo que sí, que esa afirmación está interiorizada en la mayoría del colectivo profesional. Será cuestión de tiempo, espero que no mucho, que todos los psicólogos entendamos en España algo que internacionalmente ya está muy extendido, y es el hecho de que, por ejemplo, no tiene sentido hablar de una psicología “científica” pues la psicología en sí misma es una ciencia, y por tanto no puede haber una psicología no científica.

 

¿Qué importancia considera que los futuros o recientes profesionales de la Psicología le tendrían que dar a ésta?

Toda la importancia. Tal vez el problema es que no somos capaces de transmitir bien lo que es ciencia y lo que no. En este sentido, creo que la psicología está sufriendo el mismo mal que la sociedad en general, el de la desinformación. Necesitamos que los futuros profesionales de la psicología tengan un pensamiento crítico hacia lo que es psicología, hacia lo que sabemos, y hacia lo que es desinformación, falsedades, medias verdades y patrañas, o como ahora se dice fakenews, que están contribuyendo al auge de las pseudociencias y las pseudoterapias, no solo en psicología, sino también, por ejemplo, en medicina. En este sentido, es alarmante, por ejemplo, lo ocurrido con las vacunas y los grupos antivacunas. De manera que, basándose en ideas erróneas y datos falsos o malinterpretados, la presión de estos grupos para difundir tales ideas y datos en la población, han conseguido que se extiendan los brotes de enfermedades que gracias a las vacunas prácticamente estaban erradicadas en los países desarrollados.

Recientemente el COPCV le ha hecho entrega del diploma y de la insignia como colegiada de honor. ¿Qué supone recibir por parte de compañeros y compañeras de profesión un reconocimiento como este?

Es un gran honor para mí y me ha hecho muchísima ilusión precisamente por eso, porque viene de la mano de mis colegas psicólogos y psicólogas, compañeros de profesión con los que comparto un objetivo y una identidad común, de los cuales me siento muy orgullosa. Creo que este generoso reconocimiento habla de la generosidad de quienes me lo han otorgado, mucho más que de mí, y, por eso, me siento tan feliz y agradecida.

 

 

    



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