Nos solidarizamos con la sociedad murciana y nos ponemos a disposición del COP de la Región de Murcia.
Hablamos con la coordinadora de GIPEC del COPCV-Alicante sobre la atención psicológica que reciben las víctimas por parte de los psicólogos emergencistas.
Lamentamos profundamente las consecuencias del trágico suceso que este fin de semana ha ocurrido en Murcia. Según la administración competente, 13 personas han fallecido a causa de un incendio que ha afectado a tres discotecas de la zona de Atalayas.
Sin duda, se trata de una tragedia con gran impacto emocional a nivel global. Por ello, desde el Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valencina, mostramos nuestra solidaridad con la sociedad murciana y nos ponemos a disposición del Colegio Oficial de Psicología de la Región de Murcia en todos aquellos asuntos que considere necesarios.
La atención y el acompañamiento psicológico es esencial en estas situaciones traumáticas que acontecen de manera repentina y que provocan un shock. Los psicólogos y psicólogas emergencistas que intervienen en los primeros momentos del suceso, escuchan y acompañan a los familiares. Les brindan un apoyo fundamental a la vez que les preparan e indican cuáles son los pasos burocráticos y emocionales por los que pasarán.
Teresa Marín, coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica de Emergencias y Catástrofes del COPCV-Alicante (GIPEC) recalca que “en estas tragedias además de las víctimas mortales, están aquellas personas que tienen lesiones o que están afectadas por la inhalación de humo”. A ellas, también debe de ir dirigida la atención psicológica ya que todas, sufren daños a nivel emocional.
Hay tres tipos de víctimas: las primarias (aquellas que viven el acontecimiento); las secundarias (no han estado en el lugar de los hecho pero por la vinculación o por la cercanía están afectadas); y las terciarias (profesionales que intervienen en las catástrofes).
La intervención de emergencias es aquella que se realiza en las primeras 72 horas pero es muy probable, comenta Marín, que pasado este tiempo, la mayoría de las víctimas necesite acudir a terapia. “Las secuelas dependerán de las experiencias de vida previas al suceso en cuestión, y de las estrategias de afrontamiento que posean”. Habitualmente se trabaja la reestructuración cognitiva ayudando a la persona a organizar y entender qué ha ocurrido y qué sucederá. Otro aspecto a trabajar es el sentimiento de culpa que suelen manifestar los supervivientes o personas más allegadas.
Lo que es fundamental para la coordinadora del GIPEC, es que psicólogos especializados en emergencias y catástrofes, y expertos en duelo, sean los que realicen este acompañamiento. También incide en la necesidad de que la atención sea presencial porque la persona precisa sentirse escuchada, comprendida y acompañada en momentos en los que la comunicación no verbal es más importante que la verbal.