DANA- Recomendaciones generales en caso de crisis en niños, niñas y adolescentes
Parte de la población infantil puede estar sufriendo estrés. Para identificarlo, es necesario conocer las señales y saber cómo actuar. Amelia Coret, asesora del COPCV de Psicología Educativa, incide en la necesidad de crear espacios de escucha en los que puedan expresar sus emociones, que éstas sean validadas y así, dar sentido a lo vivido.
La situación vivida como consecuencia de la DANA puede provocar mucho estrés en la población y concretamente en los niños y niñas.
La emergencia es un estado temporal que se superará. Depende de cómo se aborde la parte afectiva y emocional en el ámbito familiar, ayudará a recuperar el bienestar de los niños y niñas tanto ahora como en el futuro, así como sus recuerdos de esta época. Cabe señalar, que la armonía en la familia contribuye a reducir la ansiedad de los niños, niñas y adolescentes y a mantenerlos seguros.
Estas son algunas de las reacciones habituales, y normales, que pueden presentar:
- Molestias físicas como dolor de cabeza, dolor de estómago, fiebre, tos, falta de apetito.
- Miedo y ansiedad.
- Dificultad para dormir, pesadillas, terrores nocturnos, gritos.
- Los niños y niñas pueden volver a comportarse como cuando eran más pequeños. Por ejemplo, mojar la cama, llorar confrecuencia, aferrarse a sus padres o cuidadores, tener miedo aquedarse solos.
- Algunos niños y niñas pueden volverse inusualmente activos agresivos, o pueden mostrarse tímidos, callados, retraídos y tristes.
- Dificultad para concentrarse.
Recomendaciones para los adultos:
- En situaciones de crisis, los niños y niñas necesitan ser escuchados en aquello que les preocupa o en las emociones que está experimentando.
- Volver a la rutina es fundamental, pero en el caso de que no pueda retomarse todavía, es importante anticipar lo que va a ocurrir. De esta forma se genera una mayor sensación de seguridad y cuidado por parte de las personas adultas.
- En el caso de que sean alumnos desplazados por la DANA, hay que mantener en la medida de lo posible la comunicación con las familias o con las personas de apego y estar atentos a cambios significativos que pueda experimentar el alumnado.
- Proteger a los menores de la sobreinformación a la vez que se ofrece información adecuada para la edad, desde la calma y respondiendo a sus dudas e inquietudes. Evitar exponerlos a información que no sean capaces de gestionar emocionalmente.
- Ser flexibles, no exigir tareas que requieran mucho esfuerzo cognitivo ya que el haber sufrido una situación de crisis puede afectar a la capacidad de atención y concentración. Hacer como si no pasara nada y exigir concentración o esfuerzo en tareas de tipo académico pueden desviar la atención de lo realmente importante ahora: elaborar y validar las emociones que esta situación tan traumática nos está generando. Es importantísimo, dedicar tiempo a elaborar y encajar lo sentido y vivido puede prevenir la aparición de problemas psicológicos posteriores.
- Permitir a los niños y jóvenes participar de las decisiones familiares porque sentirse parte importante de las decisiones de las personas adultas también les ayudará a elaborar lo sucedido y aprender a cómo actuar en situaciones similares de una forma proactiva.
- Ofrecer espacios para hablar de las emociones que cada uno siente para que se perciba que las emociones se pueden expresar y compartir con otras personas.
- Los adultos deben acompañar de manera consciente, presente.
- Atender las necesidades emocionales de los niños y adolescentes y en caso de ser preciso, solicitar ayuda especializada de profesionales de la salud mental.