DANA - Pautas psicológicas para apoyar a las organizaciones y a las personas empleadas

Los psicólogos y psicólogas del Trabajo tienen un papel fundamental en la recuperación psicológica de todas las personas que forman las organizaciones sea cual sea su tamaño. Las empresas deberían de adoptar medidas de apoyo psicológico, flexibilidad laboral, y promover una cultura de empatía y resiliencia, para contribuir a la recuperación emocional y psicológico.

Dentro de la gran catástrofe que está suponiendo la DANA a todos los niveles, es importante considerar las repercusiones sobre la salud mental de las personas trabajadoras que han visto cómo esta catástrofe también les ha perjudicado gravemente en su vida laboral. La situación empeora cuando hablamos de autónomos, micropymes, comercios y pequeños negocios en general ya que son colectivos muy vulnerables.

Los síntomas pueden cambiar en función del nivel de afectación, del grado de resiliencia individual y colectiva, y del apoyo recibido.

 

NIVEL DE AFECTACIÓN Y ESTADOS DE ÁNIMO MÁS COMUNES:

1. Afectación severa: pérdidas de las instalaciones e infraestructuras que dan lugar a una paralización prolongada y lo que aún es más grave, si hay pérdidas humanas en los equipos y familias. En estos casos, el estado de ánimo suele estar muy afectado, los síntomas y secuelas serán más profundas:

a) Desesperanza y desorientación: las personas empleadas pueden sentir que su estabilidad y seguridad laboral están en peligro.

b) Estrés agudo debido a la preocupación sobre su situación personal, familiar y económica. Puede dar lugar a un estrés postraumático.

c) Tristeza y duelo: la pérdida del entorno de trabajo o la posibilidad de despidos genera tristeza y un sentimiento de duelo ya que se percibe la situación como una ruptura con la vida laboral anterior.

d) Sentimiento de vulnerabilidad: su confianza en la estabilidad futura seve afectada pudiendo generar síntomas de ansiedad importantes.

e) Sentimiento de equipo y unión: En las situaciones más difíciles aparece el verdadero espíritu de equipo en la que nos hacemos conscientes de que la unión entre todos será la que nos ayudará a salir adelante. Se ponen en marcha los procesos de motivación, organización y activación de recursos. 

 

2. Afectación moderada: daños parciales, posibilidad de recuperación en poco tiempo e interrupciones temporales de la actividad económica. En el caso de esta DANA, toda la economía de la zona se verá afectada, por lo que, aunque puedan reiniciar su actividad, esta se verá mermada.

a) Preocupación y ansiedad: a pesar de que la empresa puede reanudar sus operaciones, los empleados sienten una preocupación constante sobre la seguridad del entorno de trabajo y la posibilidad de que se repita el evento.

b) Resiliencia y solidaridad: las personas trabajadoras suelen unirse para enfrentar el desafío y apoyar la recuperación. Esto genera un ambiente de solidaridad y colaboración en la plantilla.

c) Estrés y sobrecarga laboral: a menudo, el personal que sigue en la empresa debe asumir cargas adicionales para compensar el tiempo perdido o los recursos afectados, pudiendo provocar fatiga y agotamiento.

d) Esperanza y motivación mixta: si bien existe cierta preocupación, el hecho de que la empresa esté en proceso de recuperación proporciona una motivación renovada y esperanza en la continuidad laboral.

 

3. Afectación leve: se da cuando hay incidentes menores o poca afectación. En esta situación, puede haber cierta inestabilidad emocional:

a) Inquietud y precaución: las personas pueden presentar mayor sensibilidad hacia posibles riesgos futuros.

b) Agradecimiento y optimismo al sentirse agradecidos por haber evitado daños mayores. Este optimismo permite mantener un buen ambiente laboral.

c)  Confianza en la resiliencia empresarial: la experiencia de haber superado un evento adverso, aunque leve, refuerza la confianza de los empleados en la capacidad de la empresa para hacer frente a situaciones difíciles, aumentando su sentido de pertenencia y compromiso.

 

EN ESTAS SITUACIONES, ¿CÓMO TRABAJAN LOS PSICÓLOGOS Y PSICÓLOGAS DEL TRABAJO, LAS ORGANIZACIONES Y LOS RR.HH.?

En situaciones de crisis como las generadas por desastres naturales y en concreto por la DANA que tan fuertemente ha afectado, desempeñamos un papel crucial en la recuperación psicológica de todas las personas que forman las organizaciones, independientemente del tamaño y sector, también nos centramos en el entorno organizativo y social de los equipos desde un enfoque sistémico e integral en coordinación con los profesionales de la psicología especialistas en emergencias, duelo y trauma.

Los niveles de actuación pueden ser:

1. Nivel Individual:

a) Dando apoyo psicológico, proporcionando un espacio seguro para expresar sus emociones y recibir orientación en la gestión de su estrés, malestar y miedos.

b) Evaluación y detección de necesidades: se determinan los niveles de afectación y se identifican los síntomas de estrés postraumático o agotamiento que puedan requerir intervención especializada para así derivar a otros psicólogos/as sanitarios.

c) Técnicas de afrontamiento y resiliencia a través de técnicas de manejo del estrés, regulación emocional, mindfulnes, psicoeducación, recursos de afrontamiento, aceptación y compromiso.

 

2. Nivel de grupo o equipo:

a) Sesiones de grupos de apoyo en las que se les brindan conocimientos acerca de qué tipo de emociones es posible que experimenten, así como estrategias de afrontamiento. Esto refuerza el sentido de equipo y les ayuda a sentirse acompañados en su proceso de recuperación.

b) Fomento de la cohesión y solidaridad: Los profesionales de la psicología del trabajo facilitan dinámicas que promuevan el apoyo mutuo, la colaboración.

c) Comunicación y transparencia: se asesora a los líderes y gerentes para que comuniquen de manera clara y empática la situación de la empresa. La comunicación transparente reduce la ansiedad y la incertidumbre entre los equipos.

 

3. Nivel organizacional:

En este sentido las acciones tienen que formar parte de una estrategia de restablecimiento y recuperación integral, económica, psicológica y social.  

a) Diseño de estrategias de recuperación: los psicólogos y psicólogas colaboran con la dirección para establecer estrategias que minimicen el impacto del desastre en las operaciones y apoyen la recuperación de la plantilla. Esto puede incluir ajustes en las políticas de gestión de personas, como mayor flexibilidad laboral, permisos especiales, teletrabajo, etc.

b) Se implementan o se refuerzan los programas y prácticas en cuanto a Salud Organizacional creando acciones específicas destinadas a situaciones de crisis y emergencias.

c) Capacitación en resiliencia organizacional: se implementan programas de capacitación para preparar a la organización ante futuros eventos adversos, que permitan una respuesta rápida y eficaz.

 

 

   PAUTAS PARA HACER FRENTE ESTE CONTEXTO   

Teniendo en cuenta que la afectación psicológica en el ámbito laboral después de una catástrofe como la que estamos viviendo, especialmente cuando hay víctimas mortales o daños significativos, es profunda, empresas y personas deben enfrentarse no solo la reconstrucción de su entorno físico, sino también el reto de superar las secuelas psicológicas, el estrés y la ansiedad asociados. Hacer una mención especial a los autónomos y micropymes, para los que se recomienda que el papel organizativo de todas las acciones que se puedan desarrollar se haga desde las asociaciones sectoriales, entidades locales y/o entidades empresariales.

1. Ofrecer apoyo psicológico inmediato

Las empresas pueden facilitar un primer paso hacia la recuperación psicológica proporcionando recursos de apoyo psicológico a sus plantillas y/o poniéndose en contacto con el Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana para requerir especialistas. Esto puede incluir acceso a sesiones individuales, acciones grupales y líneas de ayuda telefónica especializadas. El objetivo es que los trabajadores/as tengan un espacio para expresar sus emociones y recibir orientación profesional en todo momento, lo cual puede aliviar el impacto del trauma y mejorar su capacidad para adaptarse.

En el caso de autónomos, empresas familiares, micropymes, comercios, etc., el nivel de impacto psicológico puede ser aún mayor, ya que en muchas ocasiones además del ámbito laboral, también se ven afectados por los daños en sus casas, vehículos, bienes materiales, y lo más grave, pérdidas familiares. Por ello destacar la importancia desde el inicio, cuanto antes mejor de atención psicológica especializada y grupos de apoyo psicológico y emocional en sus asociaciones y entidades locales de referencia.

 

2. Fomentar la comunicación abierta y el apoyo entre equipos

La creación de un ambiente de comunicación abierta es fundamental para que los trabajadores puedan expresar sus sentimientos y preocupaciones. Las empresas deben alentar a los líderes de equipo y directivos a comunicarse con empatía y a mantener un clima de confianza. Crear espacios para el apoyo mutuo, como reuniones de equipo o grupos de apoyo entre compañeros, fortalece el sentido de comunidad y ayuda a los empleados a sentirse acompañados en el proceso de recuperación.

Así mismo, es fundamental que los líderes de la empresa mantengan a los empleados informados sobre la situación actual, las medidas de recuperación y los pasos futuros. La transparencia en la comunicación reduce la ansiedad y genera confianza.

 

3. Desarrollo de estrategias de afrontamiento, resiliencia y capacidad de adaptación

Las empresas pueden desempeñar un papel activo en el desarrollo de la resiliencia de sus empleados mediante talleres, programas de formación y entrenamiento sobre estrategias de afrontamiento, gestión del estrés, técnicas para el manejo y regulación emocional, crear espacios para la expresión emocional, etc. Promover la resiliencia ayuda a los empleados a adaptarse más fácilmente a las adversidades y a encontrar sentido en el proceso de recuperación.

 

4. Flexibilidad laboral y permisos especiales

En el contexto de una catástrofe, es importante que las empresas adopten medidas flexibles que permitan a los trabajadores gestionar sus necesidades personales y familiares. Esto incluye ofrecer horarios flexibles, permisos especiales o la posibilidad de trabajar de forma remota cuando sea posible. La flexibilidad permite a los empleados reorganizar sus vidas y prioridades, contribuyendo a reducir el estrés y facilitando su recuperación emocional.

 

5. Sensibilización y formación en salud mental para los equipos de dirección

Los directivos juegan un papel crucial en la recuperación organizacional, y por ello, es importante que comprendan el impacto psicológico de una catástrofe en sus equipos y en ellos mismos. Las empresas pueden organizar sesiones de formación en salud mental y estrategias de gestión del impacto psicológico dirigidas a los líderes, capacitándolos para manejar las necesidades emocionales de sus equipos con empatía y conocimiento. Esto contribuirá a crear un entorno más comprensivo y consciente, donde los trabajadores se sientan respaldados.

 

6. Ofrecer programas de apoyo familiar

Dado que muchos trabajadores pueden estar lidiando con dificultades personales y familiares, ofrecer apoyo adicional a sus familias puede aliviar el impacto del estrés en los empleados. Algunas recomendaciones incluyen extender los recursos de ayuda psicológica a familiares cercanos y facilitar asistencia o guías para la gestión de la situación en el ámbito familiar. Estos programas integrales mejoran la recuperación emocional tanto de los las personas trabajadoras como de sus entornos personales.

 

7. Establecer un plan de recuperación y apoyo continuo

Una catástrofe no solo afecta a corto plazo, sino que sus consecuencias psicológicas pueden persistir. Por ello, es importante establecer un plan de apoyo a largo plazo, que incluya revisiones periódicas y servicios de atención psicológica. Este plan puede integrar sesiones de seguimiento psicológico, apoyo a la reintegración de quienes hayan sufrido pérdidas significativas y la opción de acceder a recursos de ayuda. La continuidad en el apoyo refuerza la percepción de seguridad y compromiso de la empresa hacia el bienestar de sus empleados.

 

8. Fomentar la solidaridad y la responsabilidad social

Fomentar el apoyo a la comunidad y la solidaridad, tanto dentro como fuera de la empresa, puede ser una fuente de propósito y de sentido de pertenencia. Las empresas pueden promover la participación de sus trabajadores en proyectos de ayuda comunitaria, recaudación de fondos o acciones de voluntariado que contribuyan a la recuperación general. La colaboración en causas comunes mejora el ánimo colectivo y puede transformar el trauma en una oportunidad para la cohesión y el crecimiento social.

 

9. Reconstruir un entorno de trabajo seguro y estable entre todos

Los empleados pueden sentir ansiedad e inseguridad al regresar al lugar de trabajo tras una catástrofe. La empresa debe garantizar que las instalaciones cumplan con los estándares de seguridad antes de reanudar las actividades, así como comunicar claramente las medidas de protección adoptadas. Un entorno de trabajo seguro y bien adaptado a las nuevas circunstancias puede aliviar el estrés y reforzar la confianza de los trabajadores.

 

10. Monitoreo y evaluación del bienestar psicológico de las personas trabajadoras

Es fundamental que las empresas implementen herramientas para evaluar de manera periódica el bienestar psicológico de los empleados, detectando posibles síntomas de estrés o problemas emocionales derivados de la catástrofe. Esto puede realizarse mediante entrevistas personales o incluso cuestionarios anónimos. La detección temprana permite ofrecer ayuda a quienes lo necesiten y ajustar los programas de apoyo de acuerdo con la evolución de las necesidades del personal.

Una catástrofe natural de estas características impacta profundamente en el bienestar psicológico de los trabajadores/as y en la operatividad de las empresas. Al adoptar medidas de apoyo psicológico, flexibilidad laboral, y promover una cultura de empatía y resiliencia, las empresas pueden contribuir significativamente a la recuperación emocional y psicológico de las personas empleadas. Este enfoque integral no solo beneficia a las plantillas, sino que también refuerza el compromiso y la fortaleza de la organización en su conjunto. La recuperación es un proceso que exige tiempo y acompañamiento, y las empresas tienen un rol esencial en la construcción de un entorno de trabajo saludable y seguro, clave para la reconstrucción individual y colectiva tras esta crisis.

 



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